En
algunas boticas de mayor tamaño y de numerosa parroquia el regente contrataba
uno o varios mancebos de competencia contrastada. Su aptitud no iba
necesariamente asociada a un trato laboral excelente, pero no faltaban
candidatos. Lo curioso del término mancebo es la connotación despectiva de su
femenino “manceba” y del término “amancebarse”. Poca o nula relación había de
tener el concubinato con la profesión farmacéutica de no ser la profilaxis de
determinadas infecciones venéreas.