viernes, 24 de abril de 2015

HANS MAGNUS ENZENSBERGER EN EL CUADERNO DE ZENÓN


           «…Y lo que es peor, ni siquiera podemos demostrar definitivamente que no hay ninguna solución perfecta. Porque eso ya sería algo. Entonces no tendríamos que seguir buscando. Por lo menos habríamos probado que no hay prueba, y al fin y al cabo eso también sería una prueba.»

1997


martes, 14 de abril de 2015

BLAS DE OTERO EN EL CUADERNO DE ZENÓN


         
           «Triste, triste es el mundo,
   como una muchacha huérfana de padre a quien los salteadores de abrazos                                                                                                 [sujetan contra un muro.»

Fragmento del poema Mundo
(del poemario Redoble de conciencia)
1951



sábado, 4 de abril de 2015

LA ÚLTIMA LECCIÓN

                Querida familia, he dejado de ser vuestro maestro. En buena hora.
                Todo lo que sé os lo he entregado. Todo lo que sois me llena de orgullo, no un orgullo necio, sino la mayor fuente de orgullo que pueda existir: dejar de ser para ser en otro.
                Me queda, no obstante, una última lección que comunicaros, la lección que iluminó las últimas horas de mi vida, de mi estado de conciencia terrenal.
                Mi relación con la vida y el porqué de las cosas que he ido conociendo a lo largo de estos innumerables años ha sido a menudo tortuosa. No acababa de entender que el mundo fuera una máquina inconsciente, pero tampoco entendía, en caso de existir un Dios supremo, qué podía haber pretendido con la creación de una especie tan decepcionante como la nuestra.
                Perseguí durante mucho tiempo una explicación. Abandoné la esperanza tantas veces que no sé cómo pude recuperarla nunca. Seguramente el vacío que causa la incomprensión ante las desgracias y la perseverancia de la malignidad humana, de la que pude ser tantas veces testigo,  me empujaron a creer que esa explicación tenía que venir a mí de una u otra manera. La traería hasta mí aunque fuera lo último que hiciera en mi vida. Y así ha sido.
                Lo vislumbré entre la penumbra de mi último encuentro con Sofía: la única imagen plausible de un Creador es la del jardinero.
                Mas no son inflorescencias anodinas lo que ansía obtener con nosotros, no. Se trata de otro cultivo: el de la inteligencia.
                De toda plantación, de toda propagación vegetal nacen ejemplares sanos que evolucionan en una suerte diversa, y que, en el mejor de los casos, ofrecen frutos. Nosotros somos esa masa de cultivo no siempre productiva, diría más, tan poco productiva, de brotes tan  infrecuentes, que cuando sucede una de esas extrañas floraciones, el espectáculo resulta especialmente cautivador.
                En todos mis años de aficionado a la botánica no he sido capaz de ligar un hecho con el otro. Ya lo veis, nuestro pastor ha resultado ser un jardinero. Pensándolo bien,  las ideas necesitan raíces, madurar en un lugar concreto, en un ambiente propicio, para reproducirse en la eclosión de una diáspora de semillas fértiles que volverán a germinar sólo en ambientes propicios, en circunstancias precisas.
                Sin embargo, todo jardinero - lo sé por experiencia-  confiesa ciertas debilidades. Las ideas son hermosas, no obstante hay algo en ellas que acaba alimentando lo peor del ser humano. Crear un mundo para cultivar la inteligencia sólo por las ideas es tentador, pero incompleto. ¿Qué se esconde más allá de ellas?
                El tiempo se me acababa. Exhausto, dejé de buscar la respuesta, de modo que ésta viniera, si lo deseaba, a mí, puesto que yo ya no era capaz de llegar a ella. Me entregué al silencio.
                Y en él se decantó serenamente mi postrera certidumbre.
                El único lenguaje universal es la razón principal de la creación. Dios creó al hombre para cultivar la música. En alguna parte del espacio sin tiempo, o del tiempo sin espacio, vaya usted a saber,  Dios quedó seducido por la música. Y desde entonces no sabe qué demonios hacer con nosotros.