jueves, 4 de febrero de 2016

NO ES SUFICIENTE

 -       Pero luego vuelve el ruido, Sofía, el maldito ruido; la incontinencia de una civilización llena de espejos. Y con la misma violencia regresa la convicción de que nada vale la pena. Después de todo lo que ha sucedido en estos últimos años sigo consumido por la impotencia.
-        ¿Y por qué sigues adelante?
-        Porque dudo.
-        No lo entiendo.
-        Soy lo contrario del creyente que duda; soy un descreído que duda. Verás: aquel a quien mueve la fe tiene en la duda una mancha que trata de lavar todos los días. Yo soy un descreído militante que abraza la duda como un madero en el naufragio.
-        ¿Y qué es lo que te hace dudar de que la vida no merece la pena?
-        Tengo experiencias íntimas de debilidad en mi convicción. De pronto, siento que hay cosas que no encajan. Por ejemplo: si la vida es una estupidez sin sentido ¿por qué me perturba la música?
-        ¿Qué quiere decir que te perturba?
-        Quiero decir que quiebra la convicción del sinsentido.
-        ¿Y puedes utilizarlo a tu favor?
-        Por supuesto. Cuando me he sentido derrotado por el horror, cuando me ha invadido la irracional y poderosa impotencia, tengo una herramienta frágil y perseverante a mi alcance: la racional duda. Si todo es horror, si no vale la pena luchar contra todo esto, si soy irrelevante, ¿por qué la música, por qué la belleza?
-        ¿Y qué es lo que te falta ahora?
-        Probablemente la única conclusión provisional que merezca la pena sacar de todo esto –y creo que el maestro estaría de acuerdo- es que la única manera de hacer frente al horror es multiplicar esa duda, multiplicar la belleza. Y no es suficiente, con mi aportación solitaria no es suficiente, con nuestro amor no es suficiente.
-        Tenemos que buscar ayuda.
-        Jean Jacques tuvo otros alumnos, alumnos a quienes nunca llegué a conocer. Tenemos que encontrarnos con ellos, tenemos que construir un poderoso tótem de dudas que descomponga toda esta miserable pesadilla, si no, te juro que no sé qué será de nosotros. Porque la sensibilidad nos hace vulnerables y hay que ser consciente de ello, pero...
-        ¿Pero qué, Emilio?
-        Pero ¿cómo podría vivir si no sintiera una conmoción cada vez que observo tu rostro furtivamente, mientras estás perdida en tus pensamientos? Algo, alguien me ha regalado una hermosa pieza de música que debo interpretar.
-        Tócala, pues, amor.
-        Sí, pero mejor si somos una orquesta.