miércoles, 4 de junio de 2014

LA METAMORFOSIS

                - He visto tan depauperada la salud del maestro, Emilio. Tengo miedo. Hace tiempo ya que parece vivir en otra dimensión, agarrado a nuestras cosas por un hilo de conciencia. Un finísimo hilo quebradizo que puede partirse en cualquier momento.
                - Lo sé. Pero yo lo veo de otra forma, Sofía. Creo que es como esos árboles que son derribados por una tempestad y sus raíces quedan aún aferradas al suelo desesperadamente. Los ves tumbados, aparentemente derrotados por la vida y en cambio siguen verdes, tienen hojas, resisten. Cualquiera de esas ramas testarudas que arrastran por el suelo echa raíces y se convierte en un nuevo brote. ¿No te das cuenta?  Es una metamorfosis, un renacer.
                - Sí, es curioso. La vida, en cualquier circunstancia se aferra a la más mínima posibilidad de supervivencia. Es obstinada, es perseverante, es milagrosa. Tres adjetivos que podría llevar Jean Jacques escritos en la frente. Oh, viejo testarudo.
                - En efecto, vida, al fin y al cabo. Obstinada, perseverante, milagrosa y reflexiva.
                - ¿Reflexiva? Si la vida es un imperativo per se, ¿por qué reflexiva?
                - Porque se reconoce a sí misma, porque se transforma a sí misma, porque se explica a sí misma, porque se ama a sí misma y se reproduce a sí misma.
                - ¿Qué será del maestro?

                - ¿Todavía no te has dado cuenta?