«Los vínculos entre personas, que antes formaban una red de seguridad digna de una gran inversión continua de tiempo y esfuerzo, y digna de sacrificar los intereses individuales, se vuelven más y más débiles y son considerados temporales […] La sociedad es vista y tratada cada vez más como una red (que no como una estructura) […] como una matriz de conexiones y desconexiones aleatorias y de una cantidad esencialmente infinita de posibles permutaciones. […]
[Todo
esto] lleva a disgregar las vidas individuales en un continuo de proyectos a
corto plazo y episodios que son en principio infinitos y no pueden combinarse
en secuencias a las cuales se pueda aplicar conceptos tales como “desarrollo”,
“maduración”, “carrera” o “progreso” […]
La
responsabilidad de resolver dilemas […] recae ahora sobre los hombros de los
individuos, que hoy en día se espera que “escojan libremente” […] La virtud que
se proclama más útil para los intereses individuales no es la conformidad a
unas reglas, sino la flexibilidad: el apremio a cambiar de táctica y de estilo
en poco tiempo, a abandonar sin remordimientos compromisos y lealtades. »
Tiempos líquidos
2007