Verdaderamente
la inercia no es suficiente para dar sentido a lo que hacemos. La inercia nunca, en ningún caso, puede ser el fundamento
de lo que se hace o se deja de hacer.
Es
cierto que hay momentos en que uno no sabe a dónde va, a dónde debería ir. Pero
sí sabe dónde está, sabe que la órbita que abraza a nuestro alrededor todo
aquello que amamos no debe dejar de dar vueltas estrechando el cerco
íntimamente.
Ahora
que el maestro nos ha dejado y que Zenón pasa largas temporadas fuera de casa,
en otra que comienza a ser también la suya, Sofía y yo sentimos el vacío
desacostumbrado de nuestra sola compañía. Es un tú y yo que tenemos que volver
a construir.
Por eso
ella arruga su nariz contra mi cuello y me conmueve con palabras que se funden
al tocarme. Para hablar labio con labio un lenguaje hermético que sólo nos
pertenece a nosotros.